El cuidado de la boca de tu bebé
A pesar de que frecuentemente se cree que el cuidado de la boca de los bebés debe comenzar con la erupción de su primer diente, en realidad, es muy recomendable que desde el nacimiento del niño los padres controléis su boquita.
En los primeros meses de vida, los niños desean conocer el mundo que les rodea y la forma más común de hacerlo, es llevarse a la boca cualquier objeto que vean a su alrededor de forma instintiva. Por este motivo, la boca se puede convertir en un foco de infección, que si no se controla puede traer consecuencias negativas para los pequeños, ya que las sustancias desinfectantes contenidas en la saliva no son suficientes para defenderla de virus y bacterias. Pero esto es sólo un paso en el cuidado bucal del niño.
No sólo hay que estar pendiente de que el bebé no se lleve nada a la boca sino que también debemos intentar que su boquita esté aseada tras la ingestión de alimentos. Cuando el bebé está en fase de lactancia se alimenta utilizando su encía superior e inferior; ambas se deberán limpiar con una gasa mojada con agua después de cada toma, con el objetivo de eliminar los retos de leche materna. A partir de los cinco meses, aparecerán los primeros dientes que se limpiarán con la ayuda de agua y de un cepillo de dientes suave, debiendo limpiar los dientecillos para eliminar restos de leche o comida. Cuando aparezcan los molares (de los 14 a los 18 meses) se tendrá que cambiar el cepillo a uno más grande para poder llegar a hasta los nuevos dientes. Así, cuando el niño tenga los dos años habrá adoptado el hábito de cepillarse los dientes por lo que ya lo querrá hacerlo el solito (los padres deberéis comprobar que el cepillado es el correcto).
En muchas ocasiones el buen estado físico y mental de nuestros hijos depende de una adecuada salud bucal, por tanto debemos cuidar la boca de los pequeños para evitar posibles problemas de salud en el futuro.
En los primeros meses de vida, los niños desean conocer el mundo que les rodea y la forma más común de hacerlo, es llevarse a la boca cualquier objeto que vean a su alrededor de forma instintiva. Por este motivo, la boca se puede convertir en un foco de infección, que si no se controla puede traer consecuencias negativas para los pequeños, ya que las sustancias desinfectantes contenidas en la saliva no son suficientes para defenderla de virus y bacterias. Pero esto es sólo un paso en el cuidado bucal del niño.
No sólo hay que estar pendiente de que el bebé no se lleve nada a la boca sino que también debemos intentar que su boquita esté aseada tras la ingestión de alimentos. Cuando el bebé está en fase de lactancia se alimenta utilizando su encía superior e inferior; ambas se deberán limpiar con una gasa mojada con agua después de cada toma, con el objetivo de eliminar los retos de leche materna. A partir de los cinco meses, aparecerán los primeros dientes que se limpiarán con la ayuda de agua y de un cepillo de dientes suave, debiendo limpiar los dientecillos para eliminar restos de leche o comida. Cuando aparezcan los molares (de los 14 a los 18 meses) se tendrá que cambiar el cepillo a uno más grande para poder llegar a hasta los nuevos dientes. Así, cuando el niño tenga los dos años habrá adoptado el hábito de cepillarse los dientes por lo que ya lo querrá hacerlo el solito (los padres deberéis comprobar que el cepillado es el correcto).
En muchas ocasiones el buen estado físico y mental de nuestros hijos depende de una adecuada salud bucal, por tanto debemos cuidar la boca de los pequeños para evitar posibles problemas de salud en el futuro.
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